El cielo. Las nubes pasan rozándole como si le estuvieran haciendo un masaje. Los pajaros van con él siempre es como su segunda casa. Los hombres y mujeres miramos hacia el cuando está despejado para pensar en cosas importantes que no saben como hacer, porque están confusos. Y no nos damos cuenta de que en verdad estamos más unido a él de lo que pensamos.
Javier Alonso
martes, 11 de marzo de 2008
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